De cárcel a museo (18/03/2015)

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Plan De cárcel a museo
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Plan De cárcel a museo

Es el ciclo de la vida. Los edificios, públicos y privados, también lo padecen. En algunos casos se trata de cambios traumáticos. Construcciones en un tiempo emblemáticas, que con el paso de los años devienen en mamotretos en constante aviso de cierre por derribo. Otros los sustituyen. Suelen ser edificios multiusos, impersonales, de muchas funciones pero escaso encanto. Eso sí, modernísimos y celebrados. Inaugurados con todos los parabienes y bien surtidos de programación. Sin embargo, a veces esa inercia se invierte. A veces, de las cenizas surgen espacios a los que se les insufla oxígeno y vuelven a respirar. Cárceles, mataderos, fábricas… a lo largo de la geografía patria hay un reguero de ‘viejóvenes’ a los que queda mucho que ofrecer. Y pueden mirar con cierto desdén a esos jovenzuelos que se creen que se las saben todas.

Edificio de Tabacalera (Málaga)

La antigua Real Fábrica de Tabacos de Málaga fue un referente industrial en el siglo XX. Construida entre 1923 y 1927, es un ejemplo perfecto de la arquitectura regionalista sevillana con elementos renacentistas. Su hermosa verja de hierro, sus murales o su cerámica vidriada reflejan su solemnidad. Los trabajos de rehabilitación terminaron en 2008 y, en 2010, acogió la inauguración del Museo Automovilístico de Málaga. El pasado mes de septiembre, el Ayuntamiento malagueño anunció que el edificio albergaría los fondos del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. Será la primera sede en Europa de este centro, a punto de alcanzar los 120 años de historia.

Matadero (Madrid)

Uno de los ejemplos de cambio más radicales. El Ayuntamiento de Madrid construyó entre 1908 y 1928 el antiguo matadero y mercado de ganados. 165.415 metros cuadrados que, tras la guerra civil, llegaron a ejercer tanto de almacén de patatas como de invernadero. En los años 70 fue, entre otros usos, nave de estabulación y venta de ganado hasta que, en los 90, renació como sede del Ballet Nacional de España y de la Compañía Nacional de Danza. Hoy es uno de los puntos neurálgicos de la cultura en Madrid. Dentro de sus anchos muros se encuentran La Central de Diseño, la Cineteca, la Casa del Lector, la Nave de Música, espacios expositivos como Nave 16 y el conjunto escénico Naves del Español, de 5.900 metros cuadrados.

CaixaForum (Barcelona)

Por sus puertas salían mantas, toallas y todo tipo de confecciones industriales relacionadas con el algodón. Entre 1909-1912, el arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch levantó una fábrica de construcción horizontal a semejanza del Hospital de Sant Pau. En 2002 la Fundación La Caixa se hizo con el edificio y encargó su restauración y remodelación para convertirlo en lo que es hoy, un referente social y cultural. En su interior se han ofrecido exposiciones del calibre de ‘Dalí. Cultura de masas’ (2004) o ‘Alphonse Mucha (1860-1939), seducción, modernidad y utopía’ (2008-2009). Colecciones de Rubens y Van Dyck procedentes del Museo del Hermitage, obras de Lucian Freud o una retrospectiva sobre Henri Cartier-Bresson están también en su currículo.

Domus Artium 2002 (Salamanca)

Fue una cárcel y hoy exhibe arte contemporáneo. A la visita a sus ya vanguardistas exposiciones, muchas extremas, se le suma el añadido de pasear por una sala central que conserva las puertas de las celdas y la reja de hierro original. Como si el tiempo se hubiera detenido en esta antigua prisión provincial edificada en 1930. En 2002, con motivo de la celebración en Salamanca de la Capitalidad Cultural Europea, el arquitecto español Horacio Fernández del Castillo puso en marcha una reforma que permite cobijar exposiciones en 2.600 metros cuadrados de los 9.500 que tiene todo el complejo. Biblioteca, sala de conferencias, centro de documentación, restaurante y tienda también ocupan su lugar. Artistas tan eclécticos como Cindy Sherman, Gregory Crewdson o Chris Cunningham han colgado sus trabajos en sus muros.

Alhóndiga (Bilbao)

¿Conoces la historia de las 43 columnas de AlhóndigaBilbao? Es una de las preguntas que suelen hacer los habituales de este centro a los que la visitan por primera vez. Para descubrirlo hay que adentrarse en la plaza central del edificio, cuya peculiaridad se debe al diseñador Philippe Starck. El que fuera antiguo almacén de vino de la ciudad es hoy lugar de celebración de  conciertos, conferencias, exposiciones y hasta actividades físicas. Nada menos que 43.000 metros cuadrados ocupa este edificio de carácter modernista, Bien de Interés Cultural desde 1999. Su fachada, clásica, bebe del estilo de los inicios del pasado siglo. Su interior es vanguardista. Ese contraste, lejos de dislocar su propuesta, la acerca en un ejemplo de transformismo útil.

José Ángel Sanz

 

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