Las hermanas Rosa, Ana y Eva, se han comprometido a recibir con mimo a todo aquel que sueñe con una aventura mayúscula en el prePirineo aragonés. A cuatro trancos de la Sierra y los Cañones de Guara, frecuentada en primavera por aficionados al barranquismo o al rafting, las tres gracias se han liado la manta a la cabeza con un hotel de nueva planta más afortunado por la amplitud de sus instalaciones que por su arquitectura. Eso sí, luz natural no falta. Las habitaciones permiten desde sus generosas terrazas la contemplación del paisaje –el pueblo rodeado de olivos, almendros y viñas, y más allá, las montañas- y el establecimiento dispone de una sala de lectura para no fumadores.
Prima la sencillez de los tonos naturales y los materiales nobles como la madera y la forja. Las suites apadrinan nombres de vinos y arrebatan por detalles como la lencería bordada a mano que se exhibe en los baños o sobre las camas. Con ciertos toques de autor, la cocina basa su oferta en los platos tradicionales del Somontano, y estas recetas, regadas con los caldos del país y los aceites expuestos en una carta especial, saben mucho mejor en un comedor con chimenea y también abierto a las panorámicas de Bierge.

Más información en las recomendaciones de la Crítica de Fernando Gallardo.