Convento del siglo XVIII de muros blancos, edificado sobre los restos de un templo romano dedicado a la Concordia de Augusto. Posteriormente ha sido iglesia, hospital y cárcel y conserva elementos arquitectónicos mudéjares, visigóticos y romanos. Se ubica en el mismo centro de la ciudad y es conocido como el Parador Vía de la Plata.

Sus habitaciones están equipadas al detalle aunque resultan algo justas de espacio. Algunos dormitorios no soportan bien el peso de los años en paredes y techos. En cambio, los cuartos de baño resultan suficientemente amplios y las terrazas ofrecen unas vistas del paisaje urbano nada desdeñables. Visten suelos de barro cocido y paredes blancas y mobiliario castellano. Los cuartos de baño incluyen una encimera de mármol, paredes de estuco color rosa y grifería de masaje en las duchas. Gusta la novedad a pesar de que algunos resultan poco espaciosos.

Una vez traspasado el umbral, el huésped apenas se detiene en la recepción pues le arrastra un patio andaluz de Juan de Herrera, enriquecido con pilares mudéjares, capiteles corintios y cerámicas de la época romana. No es el único lujo del parador: los jardines mozárabes son también muy notables. En cuanto a las demás dependencias, el bar resulta de lo más sugerente y el salón ocupa la antigua capilla del convento.